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Johnny Weissmuller

 


Conoce a Acapulco en los años 30, cuando el puerto apenas ha abierto sus brazos al mundo por tierra y por aire. Lo seducirá desde el primer momento la naturaleza salvaje y el verde azul de su bahía, sus arreboles y plenilunios pero particularmente su gente hospitalaria.



Se hará entonces el propósito de vivir en ese ámbito mágico sus años jubilares e incluso morir aquí.



Durante el estreno jolibudense de su primera película como Tarzán, el hombre mono (1932) Johnny Weissmuller conoce a la actriz mexicana Lupe Vélez. El flechazo será mutuo pues meses más tarde estarán casados disfrutando su luna de miel en Acapulco. Será aquí mismo cuando tres lustros más tarde, Weissmuller decide cerrar la saga de su legendario personaje con la cinta Tarzán y las sirenas.



Johny Weissmuller bautizado en 1904 como Peter Jonás por sus padres húngaros en una localidad de la actual Rumanía llega al cine reputado como el mejor nadador libre del mundo (20 medallas olímpicas de oro y una de bronce, 52 campeonatos estadunidenses y 67 récords mundiales). La Metro Goldwin Mayer estaba urgida de relevar al quinto Tarzán de una exitosa serie iniciada en 1918 y aquél deportista de 27 años, 1.91 metros de estatura y complexión atlética resultaba el mejor prospecto. Inmigrante europeo en Chicago, el muchacho se había afiliado con documentación falsa en la Young Men´s Christian Associatión (YMCA) y de ahí pal real.



El nuevo Tarzán filmará seis películas para la MGM acompañado por la actriz Maureen OSullivan como Jane (Yo Tárzan, tu Jane) y sólo en las tres últimas aparecerá Johnny Sheffield como Boy. La chimpancé Chita será compañera de la familia arbórea en casi todas las cintas.



Más tarde, el actor es atraído por la RKO de Howard Huhges y bajo ese signo hará seis nuevas versiones, cuatro de ellas con Brenda Joyce como Jane. En total, Johnny Weissmuller hará doce películas de Tarzán con ganancias estimadas en dos millones de dólares además del consenso internacional de haber sido el mejor entre una treintena de tarzanes en más de ocho décadas.



EL GRITO

El grito de Tarzán se escucha en toda la jungla para movilizar a sus habitantes dispuestos a enfrentar cualquier amenaza humana. La estampida de los elefantes hace retumbar la tierra, los leones provocan angustia con sus rugidos, las aves tapan al sol y los chillidos de los monos alertan incluso a los perezosos. Se trata de un grito inimitable y por tanto nunca intentado por otro personaje que no fuera el amamantado por monos.


La MGM, afirma que jamás sintió la necesidad de aumentar con sonidos extraños el aullido natural de Weissmuller. Acepta que, efectivamente, ese mismo grito fue prestado para otros tarzanes cuando no alcanzaron la nota.



Tan cierto como que al final de su vida, según uno de sus biógrafos, el antiguo Tarzán ofrecía lamentables exhibiciones estentóreas de su grito, incluso cuando era entrevistado por la prensa. También aterrorizaba a las enfermeras del hospital donde lo recluían aullando sin control.

 

FLAMINGOS

Johnny Weismuller se entusiasmará cuando el también célebre actor John Wayne le proponga la adquisición del hotel Flamingos de este puerto. La idea era convertirlo en el hogar de un grupo de actores de Hollywood acostumbrados como ellos a veranear en Acapulco. Hasta entonces, aquellos se hospedaba en el hotel Mirasol, en la calle Boca Chica, o en la quinta Dos Gaviotas del señor Miller.


El hotel Flamingos, construido a finales de los años 30 por un miembro de la realeza italiana, había sido adquirido por el gerente del Diario Excelsior, don Rafael Alducin. La quiebra la soportará el junior Rafaelito ante su primer conflicto laboral. Será entonces cuando el representante de los actores estadunidenses, Bukis Rush, adquiera el inmueble de 25 cuartos dotándolo con alberca, comedor, estacionamiento y otros servicios.


Dueño de su propia hospedería, sin periodistas hurgando sus intimidades ni fotógrafos captándolos en posiciones incómodas, el club de estrellas jolibudenses disfrutó de Acapulco como su regalada gana le dio. Entre otros : Elizabeth Taylor, Lana Turner, Esther Williams, Fred Mc Murray, Rex Skelton, Tyrone Power, Richard Widmarck, Orson Welles, Errol Flynn y por supuesto Wayne y Weissmuller.


Adolfo Fito Santiago González, actual gerente del Hotel Flamingos, contratado por John Wayne en 1955 cuando se desempeñaba como beach boy en Caleta, narró al cronista Enrique Díaz Clavel las obsesiones de Weissmuller durante los tres últimos años de su vida.


Personalmente estuve encargado de la administración, de su cuidado, de todo. Me insistía mucho en que quería morir precisamente en la Casa Redonda , junto a la alberca, que siempre habitó. No quiero morirme en otro lado, Fito, me quiero morir en la Casa Redonda porque ahí conocí a Darling, insistía una y otra vez .



De nuevo en Acapulco

Alejando del cine, Weismuller se dedica en Chicago al negocio de las piscinas y presta su nombre para otras empresas pero en ninguna de ellas le va bien. Se retira en 1965 a Fort Lauderdale, Florida, donde funda el salón de la fama  de la natación internacional.


Laborando en la siguiente década como jefe de Relaciones Públicas del MGM Grand Hotel de Las Vegas, se rompe la cadera y entonces le descubren males cardíacos. Pide viajar a Acapulco pero la familia no atiende su petición, quizás por falta de recursos o por lo problemas que aquél enfrenta con el alcohol.


Será hasta después de dos derrames cerebrales, entre 1976 y 1978, cuando el ídolo vuelva al puerto para quedarse aquí. Vienen con él su compañera de casi 20 años Gertrudis María Theresia Elizabeth Bauman y su hijo Johnny.


El Tarzán de las sirenas muere de un edema pulmonar el 20 de enero de 1984 y sus restos son sepultados en el panteón Valle de la Luz, junto a un solitario arbolito.


No han faltado vigilantes que aseguren haber escuchado en aquella soledad el grito inconfundible de Tárzan, pero ellos mismo se desdicen echándole la culpa al viento. Es que luego nos mandan al antidoping, se quejan.

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